CUANDO LA NATURALEZA ENTRA EN LA CIUDAD.

No es por respeto… sino por auténtica supervivencia

 

  1. LA IMPORTANCIA DEL JARDIN EN LA HISTORIA.

Sabemos que en las distintas culturas y civilizaciones, el jardín se concebía como uno de los espacios trascendentales y significativos de descanso, de espiritualidad, religiosidad y misticismo.

En este sentido y en el propio Antiguo Testamento se sugiere un Edén concretamente los Jardines Colgantes de Babilonia de Nabucodonosor, como una de las Siete Maravillas del mundo antiguo, emplazada en la ciudad irakí de Mosul, como el paraíso celestial solamente para los elegidos y en los que ningún mortal podría penetrar

Pero también los jardines Zen de la Dinastía dinastía Ming y Ching, en la China imperial o el propio Taj Majal en la India, eran espacios sagrados exclusivos de los emperadores y de su corte, destinados a su relajación y la meditación.

Desde tiempo inmemorial los jardines y los parques han sido siempre un privilegio y prerrogativa de ciertos grupos de élite, relacionados con el poder y la autoridad; bien la realeza, la nobleza, la aristocracia o finalmente la burguesía.

Los jardines almohades o mozárabes de los Vergeles de Damasco, de la Alambra y el Generalife de Granada, confirman, claramente que los jardines eran propiedad de castas, autoridades y poder.

Durante las Grandes Cruzadas mediavales, los jardines pasaron a ser entonces exclusivos huertos de conventos y de monasterios. De hecho, la historia demuestra el prestigio de los jardines botánicos y medicinales inmortalizados por Umberto Eco en el Nombre de la Rosa.

Si trasladamos el punto de vista hacia la historia de los países de nuestro entorno, el gran pulmón verde de Londres, el conocido como Hyde Park al lado del palacio de Buckingham se concibió como un primigenio Bosque exclusivo y coto privado de caza en poder del rey Enrique VIII hasta que fue vendido  a los frailes de la Abadia de Westminster. Es justamente el mismo caso que el Tiergarten de Berlín como jardín de animales, en recuerdo de cuando era lugar de deleite de la aristocracia prusiana como coto de caza de jabalíes y ciervos.

En Francia, fue el emperador Napoleón III durante los años del Segundo Imperio quien, tras conocer los parques en Londres, promovió la apertura de nuevos parques públicos enmarcados en el plan Haussmann. Hacia 1850 París disponía sólo de los Campos Elíseos, las Tullerías, los Jardines del Palacio Real y de Luxemburgo así como el Jardín des Plantes. Con el plan de Haussman a estos se sumaron el Bois de Boulogne al oeste de la ciudad, el Bois de Vincennes al este y tres parques más pequeños: Mongeau, Buttes Chaumont y Monlsouris. Las obras de estos equipamientos urbanos fueron coordinados por Jean Charles Aclolphe Alphand.

También los orígenes de los jardines de Versalles en el siglo XVII instituidos por Luis XIV o en Madrid el mismo Parque del Retiro concebido por el conde Duque de Olivares eran vergeles privilegiados y preferentes para la élite más afortunada.

Un tiempo después el papel de la realeza se transfiere a la nobleza y la burguesía en la creación por ejemplo del parque Güell o la Sierra de Collserola diseñados por Gaudí en Barcelona.

Mucho tiempo hubo que pasar para que los bosques y jardines privatizados hasta la fecha, pasaran al pueblo y al ciudadano.

En realidad, los primeros parques públicos comienzan existir a finales del siglo XIV entre ellos el central Park de Nueva York que se diseñó y proyecto en Manhattan solo cuando los gobernantes constataron que una avalancha masiva de neoyorquinos se trasladaba a los cementerios y camposantos en búsqueda de silencio, reflexión y cobijo.

 

  1. EL PAPEL DE LOS JARDINES Y LA NATURALEZA EN LAS METRÓPOLIS.

Actualmente en el planeta tenemos parques para caminar, para el juego, el recreo y la diversión pero también los jardines  invitan a complacerse de otros sentimientos y emociones como la oración, la reflexión y el pensamiento,;funciones todas ellas vitales de la nueva psicología positiva

Finalmente no cabe duda que los jardines y los parques no han de ser una cuestión exclusiva y excluyente de grupos de élite sino que ahora el derecho al jardín verde se constituye como un auténtico derecho universal perfectamente equiparable al propio derecho a la salud, a la educación incluso al derecho a la vivienda.

Sin lugar a dudas, uno de los aspectos definitorios y estratégicos del urbanismo moderno estriba en el intento de alcanzar un equilibrio tan perfecto como inestable entre la ciudad y la naturaleza.

En parte, es porque el ecosistema, la flora y la fauna son fundamentales y necesarios para la salud de los humanos y su bienestar psicológico y emocional. No cabe duda que las ciudades han tenido parques, árboles y espacios abiertos durante siglos pero hoy por hoy, muchas ciudades están llegando a la conclusión de que la naturaleza no tiene por qué estar confinada en zonas concretas y determinadas, de hecho puede estar totalmente entretejida en el entramado de la ciudad[1].

Expuesto esto, la planificación urbana de todo el mundo ha pasado a incluir entre sus cometidos crear conectores, pasillos y corredores verdes, como el Green Belt de Londres, el Anillo Verde de Vitoria, de Manresa, de Burgos o el de Gandia, Conforman todos una macro-red de espacios abiertos  que conforman , dejar espacios libres, hacer jardines privados y áreas abiertas.

La práctica totalidad de las normativas autonómicas reconocen como elemento estructural la llamada “Infraestructura Verde” como una red ecológicamente coherente y estratégicamente planificada de zonas naturales y seminaturales y de otros elementos ambientales, diseñada y gestionada para la conservación de los ecosistemas y el mantenimiento de los servicios que nos proveen.

Imagen 1. Estructura del Anillo Verde de Gandia.

 

Como ejemplo de una importancia estratégica, y a modo de una invitación directa del campo a la ciudad tiene que con el comportamiento de las abejas.

Cuidar de los polinizadores y conservar las abejas se ha convertido en una prioridad de las ciudades, ya que la gente es cada vez más consciente del ecosistema urbano.

“El halcón peregrino se encuentra en todas las ciudades del mundo; se ha reinventado como pájaro urbano.  A pesar del incremento de los mamíferos cazadores y las aves de presa, también crecen las poblaciones de los pequeños animales y pájaros de los que se alimentan.

Al disfrutar de la sobreabundancia de alimento que desperdician los humanos, dejan de prestar atención a los pequeños mamíferos y los nidos de pájaros y se centran en merenderos, basura y animales aplastados por coches. En el entorno antrópico, las especies depredadas —como las aves cantoras— se benefician de nuevas fuentes de alimento y de menos presión predatoria. Incluso los gatos urbanos cazan menos.

Al igual que los halcones peregrinos[2], las abejas consideran que la metrópolis del siglo XXI es un ambiente propicio, ya que su diversidad de plantas la convierte en un paraíso alimentario, comparado con los terrenos en los que siempre existe un único cultivo.

Como bien expone BEN WILSON[3] un análisis de su miel mostró que una abeja urbana de Boston, Massachusetts, obtiene su polen de cuatrocientas once especies diferentes de plantas, comparada con otras abejas rurales de los alrededores, cuya miel tenía restos de solo ochenta y dos.

 

  1. AZOTEAS VERDES Y CUBIERTAS VEGETALES.

La mayor parte de ciudades mediterráneas son ciudades de azoteas y obviamente su uso es uno de los rasgos las identifica. Son espacios que habían sido muy utilizados; la memoria oral y escrita nos lo recuerda.

Probablemente, su uso más cotidiano era tender la ropa. Este trabajo se hacía a menudo en compañía de los niños y niñas, que así se encontraban con los vecinos y jugaban. Era, por lo tanto, un espacio de socialización en el que había seguridad. Más allá de ello, los vecinos pasaban allí muchos ratos y celebraban fiestas, especialmente verbenas[4].

Se trata de espacios seguros al aire libre, donde es posible disfrutar de vistas sobre la ciudad, hay más silencio, se puede tomar el sol, leer, practicar actividad física, cuidar un huerto o encontrarse con los vecinos.

Asimismo, son espacios que pueden actuar a favor de la calidad ambiental, con cubiertas verdes que regulan el clima urbano y del edificio, ayudan a amortiguar la contaminación atmosférica, acogen una flora y una fauna valiosas y retienen el agua.

Esta vida se fue perdiendo durante la segunda mitad del siglo XX y las azoteas se convirtieron, fundamentalmente, en espacios donde ubicar instalaciones y guardar trastos.

En el cambio de siglo, muchos Ayuntamientos como Barcelona, Las Palmas, Valencia y Gandia han adoptado distintas medidas para impulsar las azoteas vivas y las cubiertas verdes, con la intención de activar las terrazas y las cubiertas en edificios existentes y de nueva planta.

Obviamente no somos pioneros en este tipo de iniciativas. La Ciudad de México, por ejemplo ha instalado más de veintiún mil metros cuadrados de jardines en azoteas desde [5]2008. Barcelona, una de las ciudades más densamente pobladas de Europa, está creando pasillos verdes a través de la ciudad, una red que conecta parques, jardines, azoteas verdes, árboles, jardines verticales y enredaderas que conseguirán encajar 1,6 kilómetros cuadrados de zonas verdes.

 

Imagen 2. Terrazas verdes. Ciudad de nuevo México

 

  1. VENTAJAS DE LAS CUBIERTAS VEGETALES.

Uno de los beneficios más importantes de las cubiertas verdes es la reducción de los costes de calefacción y refrigeración, que dependerá del tipo de cubierta que se construya y del grosor de tierra que incorpore. Una azotea sin protección y con un aislamiento deficiente tendrá como consecuencia el sobrecalentamiento de las viviendas situadas justo debajo.

El aislamiento adicional que proporciona la cubierta verde reduce la transferencia de temperatura entre el interior y el exterior del edificio. En verano, se reduce el calor excesivo y, durante el invierno, se minimizan las pérdidas de calor del edificio.

En otro orden de cosas, as azoteas son los mejores espacios en los que se pueden colocar instalaciones para producción de energía solar fotovoltaica.

En este sentido y según la Guía Urbana de Azoteas verdes de Barcelona[6] determina que los paneles solares montados sobre una cubierta verde pueden generar hasta un 16 % más de energía, ya que las plantas actúan como sistema natural de enfriamiento para los paneles.

Otra singularidad de esta alianza es que las cubiertas verdes ayudan a eliminar los contaminantes del aire, ya que impiden que las partículas en suspensión se fijen en las células solares. Además, facilitan su mantenimiento, puesto que permiten que los paneles solares absorban más luz solar y generen más energía.[7]

Asimismo, el calentamiento global, el aumento de superficies impermeables, el exceso de calor de los edificios residenciales, la industria y el tráfico producen un aumento de la temperatura dentro de las ciudades. La diferencia de temperatura entre la ciudad y el campo o espacio periurbano que lo rodea se conoce como efecto isla de calor.

En verano, esta diferencia térmica puede llegar casi a 10 ºC y provocar una disminución de la calidad de vida y de la salud de los habitantes de la ciudad. En las zonas densamente pobladas, don -de los espacios verdes son escasos, las cubiertas ajardinadas pueden ser una buena solución, pues reducen el efecto isla de calor a través del proceso de la transpiración y la humidificación del aire seco, que mejora el clima y aumenta la sensación de bienestar.

 

Imagen 3. Terraza verde en Barcelona Ciudad.

 

 

Imagen 4. Cubiertas vegetales en Berlin.

 

El calentamiento global, el aumento de superficies impermeables, el exceso de calor de los edificios residenciales, la industria y el tráfico producen un aumento de la temperatura dentro de las ciudades.

En verano, esta diferencia térmica o la isla de calor puede llegar casi a 10 ºC y provocar una disminución de la calidad de vida y de la salud de los habitantes de la ciudad.

Las cubiertas verdes sirven como depósito de acumulación del agua de las precipitaciones. Por medio de la tecnología de aljibes, el agua de la lluvia se puede reutilizar para regar la misma cubierta o para otros usos (lavabo, limpieza, enfriamiento de aparatos…).

Las cubiertas verdes son instrumentos muy importantes en la prevención de inundaciones locales, ya que, según el sistema de cubierta verde y la profundidad del medio de cultivo, el agua de lluvia que se vierte directamente en el alcantarillado se puede reducir entre un 50 y un 90 %.

Este efecto permite reducir el estrés en la red de alcantarillado durante el año y en los periodos de máxima precipitación. Además, las precipitaciones arrastran nutrientes, sedimentos, hidrocarburos, compuestos orgánicos clorados y metales pesados de las superficies de los edificios y calles. Cuando esto ocurre sobre una cubierta ajardinada, la vegetación filtra y absorbe una parte de esta contaminación.

Como ciudades pioneras Gandia, en la Comunidad Valenciana, está exigiendo un 50 % de zona verde de carácter intensivo en azoteas, compaginada con placas de energía solar fotovoltaica a todos los inmuebles de uso industrial y terciario con carácter obligatorio. Por otra parte, en los edificios de uso residencial se establecen distintas medidas de incentivo y fomento que permiten exonerar del concepto de techo edificable ciertas instalaciones y anexos. Al mismo tiempo se convocan distintas subvenciones y ayudas públicas mediante diversos consursos de ideas destinados a la puesta en marcha de esta iniciativas.

La diminuta y densamente poblada Singapur ha logrado igualar la superficie del Regent’s Park en Londres —1,6 kilómetros cuadrados— creando zonas verdes en el cielo: azoteas, muros y balcones. Los esfuerzos de Ciudad de México, Barcelona y Singapur son ejemplos de cómo una ciudad puede añadir vegetación sin ocupar espacio del tejido urbano[8].

 

Imagen 5. Regent’s Park en Londres

 

Por otra parte, están comenzando a construirse las primeras zonas verdes y cubiertas vegetales de carácter público, en las azoteas de edificios y equipamientos públicos. Incluso son computados dentro de la ratio y estándar de m2/habitante, reuniendo las condiciones de confort, soleamiento y accesibilidad propia de los parterres.

Este es el caso, aunque se encuentra bloquedo desde el año 2006 merece destacar la propuesta de Complejo Inmobliario del Mercado de la Cebada de Madrid, que compagina un parque público en la azotea y una galeria comercial en las plantas inferiores.

 

Imagen 6. Perspectiva Parque público en cubierta vegetal Mercado de la Cebada. Fuente Ayuntamiento de Madrid

 

Imagen 7. Parque Regent’s Park en Londres

 

En este contexto, el resultado más llamativo de cómo hacer que una ciudad se vuelva verde es la calle Gonçalo de Carvalho en Porto Alegre, Brasil. Los altos palisandros, con la cubierta que tejen sus frondosas copas, dejan una profunda huella en el espacio urbano. Esta calle es uno de los setenta túneles verdes que recorren la ciudad.

Imagen 8. Calle calle Gonçalo de Carvalho Porto Alegre

 

La presencia de árboles o el programa de sombras que los mismo generan en verano, puede hacer que suba un 20 por ciento el precio de una propiedad[9].

Ciudad del Cabo valora su ecología urbana en entre 5.130 y 9.780 millones de dólares. El bosque urbano de dos mil setecientas ochenta y nueve hectáreas en Lanzhou le proporciona a la ciudad un servicio económico que ronda los catorce millones de dólares al año; los árboles de Nueva York arrojan beneficios anuales por valor de unos ciento veinte millones.

Como así expone BENSON allí donde se pensó en un momento que los árboles eran ornamentales y únicamente estéticos, ahora se consideran esenciales. Un árbol grande puede absorber hasta ciento cincuenta kilos de dióxido de carbono de la atmósfera. También filtran partículas contaminantes del aire  y refrescan las ciudades recalentadas entre 2 y 8 °C, reduciendo el uso de aire acondicionado un 30 por ciento. Si los árboles tienen este efecto, serán vitales no tanto para frenar el cambio climático como para ayudarnos a sobrevivir a sus efectos.

Todas las ciudades tienen de su ecología. Nueva Orleans pagó el precio de la pérdida de sus marismas en 2005, cuando sufrió unas catastróficas inundaciones. Ese mismo año, Bombay lamentó la destrucción de cuarenta kilómetros cuadrados de bosques de manglar —la barrera natural entre el mar y la tierra— cuando también se inundó.

Durante la rápida urbanización de Bangalore, su temperatura subió 2,5 °C y sufre frecuentes inundaciones, como resultado de la destrucción del 88 por ciento de su vegetación y el 79 por ciento de sus humedales. Louisville, en Kentucky, es una de las ciudades con más estrés térmico de Estados Unidos, donde las temperaturas del centro de la ciudad pueden llegar a ser 10 °C más altas que en los suburbios, en gran parte porque la cubierta vegetal del centro urbano solo supone un miserable 8 por ciento. La ciudad necesita plantar cientos de miles de árboles cada año para frenar sus desmesuradas temperaturas; hasta ahora, el sector privado se ha mostrado reacio a hacer algo al respecto.

 

Imagen 9. Bangaloru. La India. Fuente Google.

 

Aunque en el futuro tendrán que enfrentarse a enormes tormentas, las extensas capas de hormigón impermeable de las ciudades hacen imposible un mínimo drenaje y por tanto las hacen incapaces de absorber el exceso de agua[…]”

Las ciudades también usan jardines en azoteas, humedales urbanos, pavimentos porosos, drenajes sostenibles y jardines infiltrantes que actúan como esponjas gigantes y empapan el exceso de agua de lluvia para con posterioridad derivarla gradualmente.

La necesidad es deshacerse del agua de las inundaciones; los resultados adicionales son más árboles y parterres de flores, fuentes y humedales urbanos que aumentan el bienestar humano y la biodiversidad. En La Habana, el 90 por ciento de la fruta y la verdura se cultiva en huertos y granjas urbanas orgánicas que se establecieron cuando, en 1991, la caída del bloque soviético significó el colapso de las importaciones de alimentos a Cuba.

Desde el cambio de siglo, la agricultura urbana ha pasado a formar parte de las estrategias de supervivencia de los habitantes de las megaciudades de crecimiento rápido en África, Latinoamérica y Asia.

Los cultivos urbanos nunca satisfarán las necesidades de una ciudad. Pero no solo son importantes para la economía local; lo son mucho más para incrementar la presencia de la naturaleza y su biodiversidad en el entorno urbano, ya que constituyen el hábitat de una amplia variedad de artrópodos, microbios, aves y pequeños mamíferos.

En Seattle, las especies invasoras se están sustituyendo por plantas autóctonas de hoja perenne, ya que retienen mejor las precipitaciones en las tormentas. Entre 2007 y 2015, la ciudad de Nueva York plantó un millón extra de árboles.

En Salvador de Bahía, Brasil, un enorme vertedero se está reconvirtiendo en un extenso bosque urbano, a partir de sedimentos residuales del alcantarillado de la ciudad, que se usan como abono. En Ámsterdam, viarios ordinarios antes desiertos y llenos de coches se están transformando con árboles, jardines, rosales, compostadores y juegos infantiles a la vez que se eliminan mil quinientas plazas de aparcamiento al año.

Un vívido ejemplo de esta transición de los coches a la vegetación es Seul , que en su día fue una transitada autopista elevada en Seúl y que se cerró al tráfico en 2015, y se convirtió en un parque pensil de un kilómetro de longitud para peatones, con veinticuatro mil árboles y plantas.

Imagen 10. El parque flotante de Seul.

 

Las ciudades son sistemas adaptativos complejos. Como nos muestra la historia, son inmejorables cuando se trata de asegurarse su propia supervivencia. El giro verde de las ciudades del siglo XXI es un aspecto de este instinto atávico de autoconservación, defensivo y preventivo, y busca la misma”

En 2017 se invirtieron trescientos noventa y cuatro millones de dólares en tecnología verde en todo el mundo y casi dos mil en energías renovables.

En San Francisco, Frankfurt, Vancouver y San Diego están en proceso de convertirse en ciudades que obtienen el cien por cien de su electricidad a partir de energías renovables.

Los constructores de ciudades del siglo XXI tienen nombres que suenan familiares,  Google, Cisco, Apple, Microsoft, Panasonic, IBM, Siemens, Huawei. Fieles a sus orígenes, estas compañías ven las ciudades del siglo XXI como un sistema cuya eficiencia —y, por tanto, cuya sostenibilidad— puede mejorarse usando datos masivos e inteligencia artificial.”

En esta visión de la ciudad del futuro, hay sensores integrados en todas partes, mientras los móviles envían más y más información a un ordenador central que permite a la ciudad controlar y responder en tiempo real a los flujos de tráfico y transporte público, uso de energía y niveles de polución, y detectar crímenes y accidentes.

A pesar de que las ciudades están entretejiendo tecnologías digitales en su infraestructura, uno de los aspectos más llamativos y significativos del urbanismo contemporáneo es el modo en que hemos llegado a considerar que las ciudades no son lugares separados del mundo natural, sino que están dentro de su propio ecosistema.

Somos capaces de apreciar cómo interactúan con el entorno urbano los árboles y los espacios abiertos, los manglares y las marismas, las abejas y los pájaros, haciéndolo más saludable y resiliente. Poco a poco, vamos viendo nuestras ciudades como entornos naturales y artificiales a la vez, donde todas sus facetas.” os investigadores liderados por el iDiv (Centro Alemán para la Investigación Integral de la Biodiversidad), recomiendan tener más en cuenta las necesidades de las abejas al planificar el paisaje, tanto en las ciudades como en el campo.

Por otro lado, una «ciudad inteligente» no tiene simplemente miles de sensores y una infraestructura digital. Es un organismo diseñado para ofrecer un hábitat humano y natural resiliente. Los esfuerzos dirigidos a mejorar la biodiversidad de las ciudades no se basan en ser respetuosos con la vida salvaje porque sí, son una estrategia de supervivencia. Imaginar la ciudad del futuro es siempre un esfuerzo inútil.

Pero, basándonos en las tendencias actuales que como el Singapur de la actualidad, con jardines verticales que descienden desde rascacielos, bosques urbanos, jardines colgantes, huertas, calles verdes, corredores de biodiversidad, reservas naturales urbanas, vida animal y pérgolas hechas con árboles.

Una solución a nuestra presente crisis es, evidentemente, traer la naturaleza de vuelta a la ciudad. Pero, aunque suene paradójico, también es obligatorio hacer que el mundo sea más urbano.

Por supuesto, son ecosistemas humanos complejos, quizá algunas de las sociedades más complejas nunca creadas por nuestra especie. Para muchos, son los lugares más catastróficos del mundo moderno, la prueba de que las cosas en el mundo han salido terriblemente mal”

A lo largo de la historia, siempre ha habido una profunda desconfianza entre los que construyen la ciudad desde la base y los que quieren imponer orden desde arriba. Es como si la gente temiese que la ciudad se desmoronara si no la mantienen bajo un control férreo.”

El aumento de la temperatura y las tormentas impredecibles cambiaban ciudades ya en el tercer milenio de nuestra era. Las ciudades son mucho más verdes y más biodiversas.

Durante las últimas décadas, el movimiento Nuevo Urbanismo sostiene que necesitamos combatir el crecimiento urbano desmesurado y el uso del coche construyendo ciudades y suburbios más compactos, amigables con los peatones y los ciclistas, con una economía más diversa. Más recientemente, incluso el movimiento ecologista ha llegado a aceptar la ciudad como solución para combatir el cambio climático en lugar de verla como una enemiga.

 

  1. LOS FONDOS NEXT GENERATION Y LAS TERRAZAS VERDES.

No cabe duda que los fondos europeos, en el marco del Plan de Resilencia y Reconstrucción de la Unión Europea han constituido un auténtico respaldarazo para la implementación de placas de energía solar terrazas verdes y cubiertas vivas todo ello con objeto de reducir la isla de calor.

De conformidad con las herramientas y los programas editados entre otros por el Instituto Valenciano de Edificación de la Comunidad Valenciana, a través del RENOVEU las cubiertas verdes y las azoteas vivas contribuyen a la reducción de la energía primaria no renovables en porcentajes superiores al 20 %.

En este sentido y en el marco del Real Decreto 853/2021, de 5 de octubre, por el que se regulan los programas de ayuda en materia de rehabilitación residencial y vivienda social del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, no cabe duda que estamos ante un escenario muy fructífero para la posible incorporación de terrazas solares en la mayor parte de edificios aspirantes a esta línea estratégica de ayudas y subvenciones

Expuesto estos los Fondos Europeos constituyen un auténtico impulso, diríamos sin precedentes, para la implementación de placas de energía solar junto con terrazas verdes y cubiertas vivas todo ello con objeto de reducir la isla de calor .

En este sentido no cabe duda que estamos ante un escenario único e irrepetible para apostar de forma clara y decidida por esta nueva concepción del desarrollo sostenible.

 

  1. CONCLUSIÓN

Desde hace mucho tiempo veíamos la ciudad y la naturaleza como dos polos que se repelían, resultando totalmente incompatibles.  De hecho durante la mayor parte de la historia, lo urbano ha sido considerado enemigo de la natural, el paisaje o el ecosistema.

Las consecuencias de la urbanización masiva y el cambio climático resultante han alterado esa percepción psicológica: ahora la ciudad predomina sobre la naturaleza.

El cambio hacia lo verde de las metrópolis del siglo XXI es un aspecto de este instinto atávico de autoconservación, defensivo y preventivo, y busca la misma seguridad que en el pasado proporcionaron murallas, fortificaciones y refugios antiaéreos.

La necesidad de traer la naturaleza a la ciudad, ya no es cuestión de respeto, sino de supervivencia.

 

Valencia a 2 de octubre de 2022.

 

Jorge Hervás Más

Profesor del Departemento de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Valencia

Jefe de servicio de Urbanismo de Arquitectura y Vivienda del Ayuntamiento de Gandia.

 

[1] GILLES CLÉMENT   Una Breve Historia Del Jardín. 2019. Pagina 23. 2

[2] https://www.agenciasinc.es/Noticias/Los-halcones-se-asientan-en-el-centro-de-Madrid

[3] WILSON B. Metropolis. Editorial Debate. Año 2022. Página 285.

[4] Guia urbana Terrazas verdes y Cubiertas vivas. Ayuntamiento de Barcelona.

[5] “Suzanne Prange, Stanley D. Gehrt y Ernie P. Wiggers, «Demographic Factors Contributing to High Raccoon Densities in Urban Landscapes», Journal of Wildlife Management, 67, n.º 2 (abril de 2003), pp. 324-333; Christine Dell’Amore, «How Wild Animals Are Hacking Life in the City», National Geographic (18 de abril de 2016); Christine Dell’Amore, «Downtown Coyotes: inside the secret lives of Chicago’s predator», National Geographic (21 de noviembre 2014); Payal Mohta, «“A Double-Edged Sword”: Mumbai pollution “perfect” for flamingos», Guardian  (26 de marzo de 2019); Alexander R. Braczkowski et al., «Leopards Provide Public Health Benefits in Mumbai, India», Frontiers in Ecology and the Environment, 16, n.º 3 (abril de 2018), pp. 176-182.”

[6] Guia Verde de Azoteas de Barcelona. https://media-edg.barcelona.cat/wp-content/uploads/2016/02/Guia-terrats-CAST-baixa.pdf

[7] “Greenspace Information for Greater London, «Key London Figures», <https://www.gigl.org.uk/keyfigures/>; London gov.uk, «Biodiversity», <https://www.london.gov.uk/what-we-do/environment/parks green-spaces-and-biodiversity/biodiversity>; Secretariat of the Convention on Biological Diversity,Cities and Biological Diversity Outlook, Montreal, 2012, pp. 9, 2”

[8] ROSEMARY ALEXANDER  The Essential Garden Design Workbook: Completely Revised and Expanded. Agosto 2017

[9] Idealista. Enero 2022.